jueves, 2 de febrero de 2012

Programación Febrero 2012 - Viernes 3, Sábado 4 y Domingo 5.

Viernes 3 de febrero.
Deprisa, deprisa - Carlos Saura - España 1980.


Cuatro muchachos que quieren escapar de la realidad en la que viven. Para ello necesitan conseguir dinero, pero no están dispuestos a trabajar durante años para poder ahorrar. Ellos sólo piensan en conseguirlo rápidamente y en vivir deprisa...
Saura rodó con actores no profesionales, procedentes de los ambientes marginales que describía en la pantalla. Mientras unas películas describían a diferentes delincuentes juveniles como héroes, otros lo hacían como víctimas, pero Saura optó por tratarlos, simplemente y nada menos, como personas.
Hay que hacer especial mención en ésta película a la música, que se convierte en uno de los elementos substanciales de la narración.


Sábado 4 de febrero: Amateur - Hal Hartley - USA 1994.


Thomas es un delincuente que despierta una mañana sobre una acera de Nueva York, sin un céntimo en el bolsillo y amnésico. Isabelle es una monja virgen y, según ella, ninfómana, que se gana la vida escribiendo relatos porno y que espera que Dios le encargue una misión. Con increíble agilidad, una buena dosificación de elementos tragicómicos y unos sólidos personajes, el cineasta entrega una película fresca, y con mayor carga moral de lo que cabría sospechar por lo antes descrito. Es un thriller que te engancha y te sorprende a cada paso, manteniendo la intriga de lo que ocurrirá en la secuencia siguiente. Sorprendente película del independiente e inclasificable Hal Hartley, de nuevo personajes rotos y perdidos en un entorno hostil, de nuevo el azar y sus locas situaciones, de nuevo un ambiente onírico y de nuevo geniales diálogos, además de una puesta en escena imaginativa y surrealista.


Domingo 5 de febrero
La Eternidad y un día - Theo Angelopoulos - Grecia 1998.


El 24 de enero se nos fue Theo Angelopoulos. Homenajeando a este gran director, que mejor que compartir esta ´la eternidad y un día´:
Al día siguiente, Alexander, reconocido poeta, entrará en el hospital para morir. Mientras, ordena todas sus cosas, deja su casa junto al mar, donde siempre ha vivido. Por intermedio de las cartas de su fallecida esposa, Alexander descubre cuánto ella lo amó, mientras él estaba ocupado en su oficio literario y sus exilios interiores. Pero durante ese día suceden cosas, Alexander salva a un niño albanés de ser vendido; la irrupción de este niño supone para el protagonista el inicio de un viaje, de un descenso a los infiernos del mundo actual y la recuperación de la energía para hacer algo valioso antes de entrar en la eternidad. Ante la muerte, la recuperación de la vida emerge como conciencia de lo efímero del tiempo y de la insaciable  búsqueda del hombre de una felicidad apenas entrevista. El amor ofrece la respuesta: la eternidad y  un día. Es el momento de pasar a la otra orilla. Sumergirse de nuevo en el mar de la eternidad con las palabras primordiales. Para que permanezca el nombre y la identidad pero más allá de la muerte.

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